44 AÑOS AL SERVICIO DE LA CULTURA

Artes Plásticas | Exposiciones

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JAMES MOXEY: UN ARTISTA QUE PINTA SU ALDEA
Con la curaduría de Alicia Cunto, se presenta esta muestra con obras de James Moxey, un artista que elige pintar lo que lo rodea con un dejo de nostalgia y adminración. Carolina Repetto y Osvaldo Mazal dicen "Las obras de James Moxey dan imagen a la ausencia por caminos insospechados, como una boda pueblerina, un sendero que podemos pensar infinito, o los descubrimientos de miradas en cuerpos cercanos. Una playa solitaria o un huerto como escenarios de actividades en apariencia placenteras y lúdicas, dejan entrever, en un tono menor, del que también participa una paleta delicada y luminosa, la presencia fantasmal de la ausencia. Su lugar en el mundo es Capilla del Señor y en su obra, es evidente el poder del paisaje campero en el que habitan hombres y mujeres que se caracterizan por su imagen distendida y calma. Él mismo se define como un artista cada vez más colorido y expresivo. Es dúctil en todas las técnicas: óleo, acrílico y pasteles y se siente “tan impresionista como expresionista”. En su vida recorrió el mundo entero y una vez declaró en el diario La Nación: “en ocho años viví en Nueva Zelanda, Australia, España, Estados Unidos e Inglaterra. Por lo general siempre he estado solo”. Ha realizado numerosas muestras en el país y en el exterior entre las que se destaca la del Museo Isaac Fernández Blanco en la que expuso más de 40 obras. Ha participado también en ferias y bienales. Dijo la curadora Alicia Cunto: “Su obra, está embuída del realismo de la vida mayormente rural, con personajes que son, pero por momentos no, y con una ambigüedad tal, en el que la extrema sensibilidad del autor juega y los recrea con maestría en situaciones comunes de la vida de pueblo, rodeados de la vegetación y paisajes de la vida en el campo. Hay en el ambiente de estas escenas, una cierta nostalgia que descree de los verdes exhuberantes y la paleta que vibra.. Hay mucho más en los pensamientos y sentimientos de esas personas que transitan su tela.. El autor logra transmitir y darles vida exhibiendo en esas escenas su profunda vida interior. Muchos trazan un paralelismo de su obra con la de Edward Hopper de Estados Unidos. Podría ser tal vez en lo que expresan los actores de esas obras, en esa apatía, esa soledad que buscan y no resuelven, en los encuentros y desencuentros, en la agonía de estar solos cuando están con otros.. Y el artista sigue buscando y nos ofrece con su insistencia inclaudicable su visión siempre esperada de la vida que construye”.   Del 6 al 31 de julio. Puede visitarse de lunes a viernes de 11 a 17. Galería Centoira (French 2611).
Javier Soria Vázquez: El acto imprevisto
En gran parte de su producción, el artista y poeta salteño Javier Soria Vázquez concibe obras para ser ejecutadas por otras personas. Mientras que en otros tiempos las discusiones del arte giraban en torno a la autoría, sellando el paradigma de la originalidad de la obra a través de la mano del artista, el arte moderno y contemporáneo han derribado esa barrera para involucrar en la concreción de una obra tanto a otros artistas como al espectador.  De esta manera, la Sala de Proyectos Especiales del Museo Moderno se transformará en un laboratorio creativo donde los espectadores podrán participar acompañados por el movimiento de tres violines. Javier Soria Vázquez recibió importantes premios como el Premio Itaú o el Gran Premio de Honor del Salón de Artes Visuales de la Provincia de Salta, y participó en muestras en el Museo de Arte Contemporáneo de Chile, la Fundación Proa, el Centro Cultural Recoleta, el Macro (Rosario), el Museo Rosa Galisteo (Santa Fe), el Museo Franklin Rawson (San Juan), el Museo T. Navarro (Tucumán) y el MAC de Salta, entre otros. En 2023 participó en el programa de visitas de la 55ª Conferencia Anual del CIMAM (Comité Internacional de Museos de Arte Moderno) con un proyecto polifónico. El acto imprevisto es la primera exposición individual del artista en un museo de Buenos Aires.  Nacido en 1975 en Cafayate, un pueblo de maestros alfareros y textiles, además de su formación como artista, Soria Vázquez realizó estudios curatoriales que lo inspiraron a expandir su práctica desde la pintura hacia obras realizadas en colaboración con otros artistas y con la participación del público presente.   “En el cruce de estas dos perspectivas, la pintura, a la que concibe como un modelo riguroso de perfección inalcanzable, se combina con acciones efímeras y situadas en un espacio y un tiempo específicos, con su cuota propicia e inevitable de azar. Como un sujeto tácito latente, el error siempre puede ejercer su influencia en el resultado, aún en el más satisfactorio”, dice la curadora. Y continúa:Soria Vázquez trabaja con dos obras distintas en paralelo: una obra de objetos, que desarrolla en soledad, y otra dedicada a las acciones efímeras, que no se completa sin la presencia de los demás. El pasaje que conecta a ambas es la piedra angular entre nosotros y los otros”.  Javier Soria Vázquez dice: “Asumo el arte como espacio de reflexión y de riesgo. Como un lugar incómodo en el que necesito posicionar el pensamiento y el cuerpo para descansar. Trabajo, entonces, en función de análisis y reflexiones sobre los modos de hacer y procesar, y desde la intención clara de que el arte es experiencia personal y a la vez colectiva. En consecuencia, transito entre las diferentes disciplinas (propias del arte) para proyectar y proporcionar lecturas inherentes al arte mismo”. Y se pregunta:” ¿Qué hace a un artista? ¿Qué lugar ocupa en todo el espectador? ¿Cuál es el límite entre obra y espectador? ¿Es posible franquearlo?” “En El acto imprevisto busco por primera vez conjugar dos maneras de procesar y producir presentando una serie de pinturas geométricas realizadas bajo una pretensión estricta de cálculo y exactitud, y una obra que se ajusta más a lo sensible y la experiencia, en la que la participación directa entre espectadores, pinturas y músicos, es esencial”.    Del 1° de agosto al 30 de diciembre. Puede visitarse de lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19 y sábados, domingos y feriados de 11 a 20. Martes, cerrado.  Entrada, 500 pesos para visitantes residentes en Argentina. Miércoles, entrada gratuita para público general.  Museo de Arte Moderno (San Juan 350).
JOAQUÍN TORRES GARCÍA. ENSAYO Y CONVICCIÓN
El Museo Nacional de Bellas Artes presenta una muestra de Joaquín Torres García, que reúne pinturas, dibujos, grabados, ilustraciones, juguetes y libros caligráficos del maestro uruguayo para celebrar el 150° aniversario de su nacimiento. Con curaduría de la especialista María Cristina Rossi, la muestra ofrece una selección de piezas realizadas por Torres García durante sus estancias en Barcelona, París, Nueva York y Montevideo, incluyendo nueve pinturas del patrimonio del Bellas Artes, y obras de colecciones públicas y privadas argentinas. “El Museo Nacional de Bellas Artes se suma con esta exposición a los homenajes por el 150° aniversario de nacimiento de Torres García, el maestro uruguayo que hizo escuela en el arte latinoamericano y cuya obra pictórica y escrita adquirió una verdadera proyección internacional”, afirma el director del Museo, Andrés Duprat. “La extensa producción teórica y plástica de Torres García, las instancias de trabajo grupal que impulsó tanto en Europa como en Uruguay, los espacios que abrió con la firme intención de transmitir sus conceptos –agrega Duprat–, son posibles itinerarios para acercarnos al legado torresgarciano, reconocible en ese universo de símbolos que hoy integran la cultura visual de Occidente”. Por su parte, Rossi explica: “Esta exposición toma como punto de partida las tempranas ilustraciones de Torres García para libros y revistas, así como pinturas, dibujos y juguetes, trabajos con los que el joven artista comienza a buscar nuevas soluciones plásticas y a escribir sobre sus motivaciones. Una dinámica de ensayo y convicción que se completa con la sección destinada a su producción teórica y a los libros manuscritos que, en cada período, fueron parte esencial de la obra plástica”. Para la curadora, “esta muestra destaca la dimensión humana de quien, en cada encrucijada, logró la templanza y la resiliencia necesarias para enfrentar los desafíos sin temor al cambio, y celebra al artista que, con el gesto vanguardista de invertir el mapa, simbolizó un reposicionamiento de toda Latinoamérica que abrió el cauce para proyectar nuestras propias utopías”.   Hasta el 16 de marzo de 2025. Puede visitarse de martes a viernes, de 11 a 19.30 (último ingreso), y los sábados y domingos, de 10 a 19.30 Salas 37 a 40 del primer piso del Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473).
JUAN LECUONA. OBRA RECIENTE
Sobre esta muestra escribió Pablo Gianera: "La rigurosidad geométrica de las pinturas de Juan Lecuona depara una firmeza aparente: estas formas -bloques de presuntas edificaciones urbanas- son como las formas del sueño al despertar: se está seguro de sus contornos, pero la propia intensidad de lo soñado vuelve neblinoso el recorte nítido de la figura. De dos maneras logra el artista la ensoñación morfológica, que ya habíamos visto en trabajos anteriores, pero que ahora alcanza con estos la ponderación imposible de materia e ingravidez. "Lecuona puede, por un lado, repetir el color y ensayar variaciones mínimas de escala: eso solo le basta para que el drama de cada pintura cambie y sea otro. Estas repeticiones -que en realidad no repiten nada, salvo el principio constructivo- son la causa de la alteración, el trastorno de la composición. La contemplación secuenciada de una serie (la de los azules, por ejemplo) organiza otra acción dramática, pero esa acción no recusa la acción propia de cada pintura, que es un drama cerrado como una mónada. Entonces despunta aquí la segunda de sus maneras. Las mónadas no tienen según Leibniz ventanas; los cuadros de Lecuona -cada uno una mónada- tampoco: nada exterior llega a ellos. Habló Lecuona alguna vez de la “luz peculiar” que parece venir desde adentro de sus pinturas. Los paisajes de Lecuona -inciertos como lo entrevisto, obsesivos como lo que se escapa de quien quiere verlo- tienen una luz enteramente suya, una irradiación que el artista parece organizar, ocultándonos que es él mismo el responsable de lo irradiado. "A Lecuona le gusta lo que contaba Ricardo Piglia en la nota preliminar a los relatos reunidos en 'Nombre falso´: Cuando pienso en estos cuentos me acuerdo de una ventana que daba a un patio. Supongo que el hecho de haberlos escrito mirando cada tanto la luz de esa ventana les da para mí cierta unidad: como si las historias hubieran estado ahí, del otro lado del vidrio. También Lecuona tiene sus ventanas, en San Pablo, en Buenos Aires. El artista no pinta ventanas, no pinta tampoco lo visto a través de una ventana: hace de la pintura ventana en la que vemos y en la que tal vez nos vean. De ahí proviene esa veladura incansable de sus cuadros, la veladura de la luz".   Del 23 de octubre al 29 de noviembre. Puede visitarse de lunes a viernes de 15 a 19. Jorge Mara / La ruche (Paraná 1133).

EL ARTE ACTUAL 2021

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