Doris Blaser es oriunda de la localidad de San Carlos Sud y residente de Santo Tomé. Se inició en el arte en 1964, cuando obtuvo en el Museo Sudamericano el segundo premio. A partir de allí, comenzó a formarse. Fue alumna del escultor y pintor Zorrilla de San Martín en Montevideo. Durante muchos años, ilustró los libros del escritor Francisco Bilek. Fue directora del movimiento artístico cultural uruguayo, dictando clases en distintos niveles de enseñanza. Es autora de la Gráfica de los Doce Antiguos Símbolos Cristianos, vendidos en Argentina, Italia, Estados Unidos y Alemania.
Pintó una colección de pájaros argentinos en acuarela que fueron presentados en el Palacio de las Naciones Unidas de Norteamérica. Esa serie quedó allí. Al mismo tiempo fueron expuestos y vendidos en una galería en Chicago, una serie de rostros de músicos, pintores y escritores. Eran obras pintadas al grafito en blanco y negro. Pintó obras grandes, representando paisajes del Uruguay para llevar a la ciudad de Praga.
Ha expuesto en museos, canales de televisión, instituciones, en salas y salones oficiales y privados, provinciales, nacionales e internacionales en Argentina, Uruguay, Brasil, España, Estados Unidos, Irak, Egipto, Italia, Francia y en países de África.
Refiriéndose a su obra Manuel Madrid dice: “En Doris Blaser el color desempeña un papel fundamental (…) Crea la esencia y unidad del cuadro más allá de toda representación temática, de toda alusión simbólica y figurativa. Es decir que en un propio vuelo y giro, el poder y la potencia de lo cromático asienta y da fuerza a lo insinuado y entrevisto en la anécdota, enriqueciendo el momento que ésta representa. Los naranjas y los azules, los verdes diferentes, la materia coloreada, la transparencia buscada deliberadamente, toda esa materia fluida y lobulada que enriquece la pintura de Doris Blaser, crea paisajes irreales de sugestivos y místicos ensueños. En algunos de sus trabajos hay en esta artista un acercamiento al mundo de lo surreal, a ese poder de lo imaginario que se transforma en un juego y asombro develado de sugestiones y espejismos, de transmutaciones de lo visto y entrevisto en la lectura de los lejanos y antiguos paisajes, de los transformados escenarios que constituyen el mundo personal de la artista santafesina y de las acuarela y témperas secas que trabaja”.