Una exposición individual de Claudio Pedraza. Estas obras nuevas mantienen el espíritu jovial que es una constante en sus imágenes, pero que a estas se agregan la amplitud de una experimentación en el color, la composición y las figuras geométricas.
La obra de Pedraza –hasta ahora– contenía aviones, casas, plantas, curiosos colectivos, cactus, elefantes, boxeadores, cuchillos, martillos más otro buen número de elementos simbólicos que en su relación hacían a cada nueva pieza. Esos símbolos se intrincaban en tamaño, en posiciones que desafiaban la gravedad y en sucintas acciones que mostraban un paisaje en el mundo de Claudio. Ese mundo no se perdió. Sin embargo, los vehículos se vuelven de a poco más geométricos, ruedas que transportan techos de galpones dentados, edificios con ventanas redondas, paragolpes en forma de equis, parabrisas de semicírculos, más árboles triangulares con ramas paralelas y frutos redondos. Es como si tales rodados nos condujeran como un anticipo a los collages tridimensionales que comparten esta exposición. Son cuadros medianos donde se ausentan los símbolos anecdóticos, pero persiste la relación del color, el optimismo de las formas, la alegría.
Del 8 de julio al 19 de agosto. Puede visitarse de martes a sábados de 16 a 19.
Mar Dulce (Uriarte 1490).