De Samuel Eichelbaum en una adatación de ´Roberto «Tito» Cossa. La acción transcurre en Buenos Aires en aquel 1900, en tiempos electorales y corruptos, como se acostumbraba, todo esto atravesado por esa grieta sociopolítica de los argentinos. Esa grieta que ya se vislumbraba en 1810 con “saavedristas y morenistas”, que siguió luego con “unitarios y federales”, y se desarrolló a lo largo de nuestra historia con muchas versiones, salpicando de sangre nuestro territorio con fusilamientos, bombardeos y desapariciones forzadas. Esta grieta que aún convive con nosotros. Ecuménico López, el “Guapo”, su dimensión heroica y su grandeza pasan por el reconocimiento de la culpa. El destino y la historia lo ubican en otra grieta, “radicales y conservadores”: para todo ciudadano nacido por fuera de la oligarquía o de las clases acomodadas, las únicas posibilidades de subsistencia eran el trabajo esclavo o la servidumbre a personajes políticos. Ecuménico nació en medio de todas las tormentas políticas y sociales, vivió su vida con muchas carencias, tal vez todas, pero tocado por una varita mágica que lo dotó de una gran cualidad: la lealtad. Esa lealtad tantas veces ausente y sin embargo, tan necesaria en la vida. Hoy hablamos de la lealtad. Con Juan Manuel Correa, Patricia Durán, Gabriel Fernández, Celeste García Satur, Darío Levy, Miguel Sorrentino y Carla «Char» Vianello como música en escena. Dirección de Jorge Graciosi.
De jueves a domingos a las 20. En escena desde el 6 de junio.
Localidades, 6.000 pesos; descuentos a estudiantes y jubilados.
Teatro Nacional Cervantes (Libertad 815).